Los héroes del silencio

07/Abr/2011

La Vanguardia, Pilar Rahola

Los héroes del silencio

Deng dijo en su discurso que las Naciones-no hago nada-Unidas callaban ante la tragedia
07/04/2011
PILAR RAHOLA
Un premio es un honor que generalmente recibimos con sorpresa los que estamos más dados a defender ideas que a recibir elogios. Personalmente me siento más segura en la confrontación dialéctica, donde defiendo mis ideas con fuerza, que en los momentos de cariño público, cuando no sé muy bien qué decir. ¡Qué animales extraños somos los seres humanos, más preparados para el dolor que para la felicidad! Sin embargo, es evidente que el premio que me ha otorgado UN Watch en Ginebra por mi combate a favor de los derechos humanos, y especialmente los derechos de las mujeres en el islam, me responsabiliza tanto como me enorgullece, no en vano da fuerza a las ideas en las que creo. Si además otorga el Human Rights una organización emblemática como UN Watch (responsable de haber denunciado la pertenencia de Libia al Consejo de Derechos Humanos de la ONU), si el premio lleva el nombre de Morris Abram, un luchador de las libertades amigo de Luther King y miembro del tribunal de Nuremberg, y si la lista de premiados incluye mujeres como Massouda Jalal, la únicamujer que se ha presentado a la presidencia de Afganistán, o como la ruandesa Esther Mujawayo, entonces la responsabilidad y el orgullo son mayores. A veces lo más importante de un premio son los nombres que han precedido al premiado, y en este sentido me siento honrada de pertenecer a esta notable lista de mujeres, cuyo valor excede a mis limitados méritos.
Pero el artículo tiene un motivo, y es el de dar a conocer a Simon Deng, que fue galardonado, en la misma sesión, con el Freedom Award de UN Watch. Simon es uno de los miles de niños esclavos de Sudán. A los nueve años fue vendido a una familia árabe, dentro de una práctica común en países del África subsahariana. La esclavitud no sólo existe, sino que goza de buena salud, y siempre la padecen negros de minorías religiosas, como el animismo o el cristianismo. Deng vio como amigos suyos morían bajo las balas de sus captores, cuando intentaban escapar, y después de un calvario insufrible, consiguió volver a la libertad. Hoy, refugiado en EE.UU., es una voz valiente que explica a un mundo ciego, sordo y mudo para denunciar la barbarie, que existe la esclavitud, que en el siglo XXI hay niños que son vendidos, que centenares de familias gozan de esta horrible lacra. Dijo en su discurso que las Naciones-no hago-nada- Unidas (United-do nothing-Nations) callaban ante esa tragedia, y que su silencio era cómplice del dolor de miles de personas. Las Naciones Unidas… nuevamente su insufrible ineficacia, su indiferencia letal. De ahí que organizaciones como UN Watch sean tan importantes. No sólo porque defienden los derechos humanos. Sobre todo porque alertan de lo poco o nada que los defiende la ONU, ese gran aparato de hipocresía, blanqueador de las peores dictaduras del mundo.